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  • Foto del escritorAlejandro Morales Mariaca

Entrevista en Círculo Holmes



Probablemente lo tenga todo. Una obra fresca e inteligente. El brío para no detenerse, la curiosidad para no aburrirse, el talento para llevarlo a cabo, la afición y las ganas inagotables. Por tener, tiene hasta un maestro en quien fijarse y editoriales comprensivas, tolerantes y creativas. Lo cuenta a continuación.

Su última carcajada sigue los presupuestos del pulp captar, con urgencia, la atención del lector y no soltarla. En este sentido, es muy significativo que esté narrado en presente… Tiene su explicación, ya que siempre he creído firmemente que todo artista, sin importar la disciplina que cultive, tiene un margen muy corto para captar la atención del público, y una vez conseguido esto, la responsabilidad de mantenerla encendida.

Es curioso que comiences justamente con eso, puesto que yo mismo desconocía que escribía con ese estilo, hasta que algunos lectores me lo hicieron saber. En Su última carcajada quise llevar esa creencia a la práctica, manejando la acción en tiempo presente para ubicar al lector en la misma situación que sus personajes. Me gusta creer que eso ayudó a crear una especie de complicidad y acercamiento entre ambos.


La Gran Guerra… … fue una época muy interesante, un despertar brutal y violento de la modernidad, cuyos ecos se siguen percibiendo en nuestros días más de cien años después. El libro comienza con la narración de la última gran y desesperada batalla de la Primera Guerra Mundial. Algo que muy pocos saben es que esa historia surgió originalmente como un relato con el que participé en una convocatoria organizada por la editorial NeoNauta, cuyo eje central eran historias ambientadas en la Primera Guerra. En ese entonces, mis conocimientos acerca de esa época eran muy limitados y no iban más allá de lo que aprendí en las clases de historia de la escuela. Pues ese primer capítulo es todo un reportaje, realismo puro… Bueno, me puse a la tarea de investigar y estudiar todo lo que el tiempo de la convocatoria me permitió. No negaré que fue algo muy gratificante y que, si mis descripciones de esos eventos, que fueron lo más apegado a la realidad que me permitieron mis habilidades, resultan del agrado del lector, es debido a la calidad de las fuentes que consulté. La I Guerra Mundial o la última guerra librada con armas, más o menos convencionales… Eso es algo cierto a medias. En los campos de batalla antiguos se desataron horrores tecnológicos como el fuego griego, e incluso armas biológicas, como los cuerpos infectados con peste bubónica que eran arrojados con catapultas por sobre las murallas de las ciudades. El más siniestro rostro de la inventiva ha estado siempre presente en los conflictos armados.

Por otro lado, me parece, aunque puedo estar en un error, que los ejércitos europeos se acostumbraron mucho a la forma de pelear que se estableció durante las Guerras Napoleónicas, lo que convirtió las tradicionales cargas de infantería en escalofriantes carnicerías por causa de las ametralladoras y otros dispositivos militares. Algo similar a lo ocurrido en la Edad Media cuando las armaduras quedaron obsoletas frente al uso de arcabuces y mosquetes. De lo que no parece caber duda es que no fue una guerra de gentlemen La Primera Guerra significó el fin de las guerras románticas, si es que el término puede aplicarse en este contexto, pues a partir de ella los conflictos se volvieron fríos, mecánicos y sistemáticos, sin mucho margen para la caballerosidad o el honor.

No quiero que se me malinterprete, las guerras siempre han sido terribles, pero pocos negaran que tras la de 1914 estas han alcanzado cuotas de espanto inimaginables, que 27 años después nos conducirían a los horrores radioactivos de Hiroshima y Nagasaki.


[Pueden leer el resto de la entrevista en la página web de Círculo Holmes]

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