junio 18, 2013
Amablemente el escritor Alberto López Aroca me ha permitido realizarle una entrevista, en la cual nos habla sobre las bondades, virtudes y riesgos del estilo literario que maneja. Se trata de una conversación breve, pero amena. Confío en que la disfruten.
L: Antes que nada, Alberto, muchas gracias por aceptar ésta pequeña entrevista.
Qué te parece si para empezar, nos hablas un poco sobre tus intereses. ¿Qué es lo que te motiva a escribir?
A.L.A: Muchas gracias a ti, Lex, por tu amabilidad y por tomarte la molestia.
Lo de las motivaciones... bien, supongo que escribo porque no puedo evitarlo. Para entendernos, es como una enfermedad o algo por el estilo. De niño te cae un ladrillo en la cabeza y ¡hala!, toda la vida obsesionado con el tema de escribir. Si a esto le unimos el hecho de el cincuenta por ciento de mi cerebro está ocupado (literalmente) por Sherlock Holmes, el conde Drácula, el capitán Nemo, el Gran Cthulhu, Tarzán, y otros muchos individuos cuya existencia o historicidad muchos ponen en cuestión, te podrás imaginar lo que sucede... Como se suele decir, “se junta el hambre con las ganas de comer”.
L: Para quien conozca medianamente tu obra, dos nombres salen a relucir: Lovecraft y Holmes. ¿Por qué ellos?
A.L.A: Pues porque son dos de mis más tempranas influencias. Leí a Lovecraft y a Conan Doyle (y algunos de los pasticheros de ambos autores) en mi infancia y me fascinaron, me aterrorizaron, se introdujeron bajo mi piel. Cada uno, a su manera, son grandes maestros en sus respectivos campos. (De hecho, Lovecraft admiraba el trabajo de Doyle). Ambos fueron capaces de crear sendos universos propios, completamente orgánicos y, dentro de las supuestas imposibilidades que planteaban sus historias (Holmes es un súper hombre, la mitología lovecraftiana está basada en la existencia de inteligencias alienígenas), son creíbles o, cuando menos, coherentes.
Y son dos universos que algunos nos hemos empeñado en hacer que coexistan.
L: En el contenido, e incluso en la estética de tus trabajos, sobre todo en tus cuadernos holmesianos, se percibe tu atracción y gusto por lo decimonónico. ¿Qué puedes decirnos sobre eso?
A.L.A: Que cualquier tiempo pasado fue mejor, sobre todo si uno no lo vivió en carne y hueso. Lo que conocemos de la Era Victoriana es un montón de literatura y de folklore (piensa en el caso de Jack el Destripador) que poco o nada tiene que ver con las realidades del último cuarto del siglo XIX: una ficción de tamaño gigante. Y sin embargo esa ficción ha definido todo la ficción del siglo XX, toda la Historia del siglo XX, y sus largos tentáculos llegan hasta nuestros días. Hoy, un subgénero de la ciencia ficción como es el steampunk, que da una vuelta de tuerca sobre esa idea que he mencionado de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, se ha convertido en un movimiento estético —más allá de la ficción en cualquiera de sus vertientes— que cada día gana más adeptos, Yog-Sothoth sabrá por qué...
L: De éste lado del mundo, hay a quienes no les queda muy claro, o desconocen del todo, lo que es un pastiche. Podrías explicarnos un poco.
A.L.A: Un pastiche es un asalto o un robo a mano armada (casi). Consiste en tomar un personaje (o un estilo estético), preferentemente literario, e intentar reproducirlo. El chiste está en no hacer exactamente lo mismo que tus predecesores, sino ir mucho más allá. En mi opinión, no sirve para nada tomar a Sherlock Holmes y contar “un caso más”, pues Doyle lo hizo sesenta veces (y muy bien, por cierto). El pastiche es una herramienta muy interesante... y peligrosa: Si caes en el terreno de la parodia, por ejemplo, te estás convirtiendo automáticamente en un crítico (que no en un creador), y quizá acabes destruyendo una buena nueva historia o desprestigiando a un buen personaje antiguo. Son aguas profundas, el pastichero dispone de montañas de plastilina multicolor, y resulta complicado que el resultado final no sea un engendro monstruoso e incomprensible. Demasiada materia prima te puede asfixiar...
L: Se te considera un gran mitógrafo creativo. ¿Podrías también explicarnos en qué consiste eso?
A.L.A: La mitología creativa (este es un término acuñado por el difunto Philip José Farmer) es una disciplina literaria que engloba todas las demás. Consiste en utilizar material ajeno (por ejemplo, como en la técnica del pastiche), de diversas procedencias, para darle una cohesión. Ejemplo: Sherlock Holmes vivió en Londres a finales del siglo XIX. El conde Drácula visitó Londres a finales del siglo XIX. ¿Es posible que se encontraran, puesto que compartieran espacio y tiempo? Y a partir de ahí, se especula. Bien, pues es ese concepto expandido a toda ficción habida y por haber. Otro ejemplo: Homero (que por cierto, es o bien un personaje de ficción, o bien dos personas reales distintas) fue un mitógrafo creativo, pues su trabajo se adapta perfectamente a la definición de mitología creativa, ¿verdad? Y lo mismo sucede con Walter Map y Chrétien de Troyes y Thomas Malory, que en diversos siglos e idiomas recogieron distintas visiones y versiones sobre el Rey Arturo y sus caballeros. Se ha hecho siempre, siempre se hará.
L: Dos de tus más recientes obras: Charlie Marlow y La rata gigante de Sumatra y Los náufragos de Venus, fueron publicadas mediante crowdfunding, recurso que tampoco se ha visto mucho por estos lares. ¿Puedes hablarnos un poco al respecto?
A.L.A: Es un concepto que por novedoso, resulta de difícil de asimilar, aunque no tanto por el público como por los diversos elementos que componen la industria editorial tradicional (editores, agentes, libreros e incluso los autores). El crowdfunding es una versión actualizada de las publicaciones por suscripción del siglo XIX, que existían cuando un grupo de personas (un club de caballeros, los socios de un casino, un grupo de amigos) decidían comprar la obra de un autor antes de que se hubiera impreso, para así financiarla económicamente. El concepto es muy semejante, y se multiplica por la cifra que tu quieras gracias a los súper poderes de difusión que permiten las redes sociales de internet. Hay opiniones para todos los gustos al respecto: Que es algo que no sirve para nada, que es la panacea... Yo puedo decir que a mí me sirve para lograr mis fines (dominar el mundo, ya sabes), ya he realizado dos proyectos por medio de crowdfundings y todo el mundo parece satisfecho. Y te puedo decir que el señor Alan Moore, de Northampton, ayer (día 17 de junio de 2013) abrió su primer crowdfunding, lo cual debería decirle algo a los que opinan que el crowdfunding es sólo para autores que no tienen dónde caerse muertos. (Por supuesto, yo pienso justo lo contrario: cuanto más público tengas, más exitoso será el crowd. ¿No te parece obvio?)
L: Finalmente, y para no ocupar más de tu tiempo, me gustaría que me dijeras si hay alguna historia que siempre hayas querido escribir, pero que por alguna razón no te haya sido posible.
A.L.A: Montones, montones de ellas... se me acumula el trabajo desde hace años. Si quieres te cuento algunas:
—“El último viaje del Nautilus”, acerca de lo que sucedió entre el final de “Veinte mil leguas de viaje submarino” y “La isla misteriosa”... No puedes imaginar la cantidad de texto y trabajo que escribí tan sólo para cuadrar las fechas internas de esas dos historias (y una tercera donde se menciona a Nemo a pie de página, “La esfinge de los hielos”) que Jules Verne se esforzó en hacer aparentemente incompatibles. (Te puedo decir que el Nautilus se vio acosado por hordas de Profundos, esos bichos humanoides que tienen ciudades en todos los océnos, y una colonia muy simpática en la costa de Massachusetts, en un lugar llamado Arrecife del Diablo).
—“Los prejuicios del señor Pride”. Una novela sobre Seth Pride, un personaje muy oscuro, muy histriónico, muy divertido y muy terrorífico (todo a la vez) que mis lectores pudieron ver “Sherlock Holmes y los zombis de Camford”. En esta historia contaré de una vez por toda quién diablos es Pride y por qué se parece tanto a una araña, cuando evidentemente no lo es. (¿O sí?)
—Nuevas aventuras de Card Nichols. Eso no es un título, sino una intención general sobre dicho personaje, que protagonizó mi novela “Card Nichols investiga... el misterio de la armadura pródiga”, y sobre el cual tengo montones y montones de planes que nunca tengo tiempo de materializar. ¡Ah, cómo me gustaría contar “Viaje al centro de las hormigas”...!
—“Jakob: una historia de vampiros”. Esto es un proyecto de cómic junto con mi gran amigo, el increíble autor de cómics Sergio Bleda, basado en su serie “El baile del vampiro”. Una historia que transcurre en el siglo XVIII (o al menos, da comienzo en esas fechas) y que dará mucho que hablar cuando la saquemos definitivamente a la luz. Y cada vez estamos más cerca de lograrlo...
—“El ojo en el laberinto: una aventura de Sherlock Holmes y los mitos de Cthulhu”. Esta es una novela que llevo escribiendo desde 1996, que he interrumpido no sé ya cuántas veces y que, ahora sí, pienso terminar y entregar a la imprenta por medio de un crowdfunding. El próximo que haga (calculo que comenzará en julio), será para rescatar de las catacumbas “El ojo en el laberinto” de una vez por todas... porque la siguiente historia, la que pienso hacer tras esta aventura de Holmes, ya ha tomado forma en mi cabeza y...
Pero yo creo que ya basta, ¿verdad?
L: Antes de permitir que regreses a tus actividades, que de seguro son varias, quiero recomendar a los lectores del blog que visiten tu página personal: http://albertolopezaroca.blogspot.mx/ , en la cual encontraran a la venta el grueso de tu obra.
A.L.A: Sí, esa es mi tienda virtual. Si alguien quiere ver mi blog sobre mitología creativa (y mucho autobombo, pues ahí anuncio mis firmas, presentaciones y actos varios), que se pase por lacoctelera.com/sherlockholmes. Y para otros vicios diversos (en concreto los bolsilibros o novelas de a duro), recomiendo novelasdeaduro.blogspot.com, que también hago en mis ratos perdidos. Gracias por todo, Lex.
Alberto, muchas gracias por tus palabras. Esperamos que nos sorprendas pronto con más de tus interesantes obras.
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