La Guerra de los Mundos de H. G. Wells es una de mis historias favoritas de todos los tiempos. Y no es poca la influencia que esta ha tenido en mi propia obra. Disfruto todo de ella, y con cada nueva lectura descubro cosas que antes había pasado por alto, o abordo con una perspectiva distinta escenas o pasajes que me cuentan cosas a las que no había prestado atención antes.
Si bien La Guerra de los Mundos de H. G. Wells no inauguró lo que hoy conocemos como ciencia ficción[1], tal honor parece pertenecerle al Frankenstein de Mary Shelley, sí constituye la primera narración de cómo sería el que seres de otro mundo invadieran el nuestro. Y lo hizo de una manera fenomenal.
Todavía recuerdo con mucho agrado la emoción que me transmitió la primera aparición de los trípodes y el despliegue de sus armas de energía sobre la multitud de curiosos, la descripción de los fútiles contrataques de las tropas inglesas y, sobre todo, los escalofriantes efectos del humo negro[2].
Puede ser que hoy en día, tomando en cuenta nuestro estado actual de sensibilidad, los aspectos terroríficos de la novela parezcan un tanto descafeinados, pero no por ello pierden la facultad de aterrarnos. Tan sólo hay que recordar lo ocurrido con el célebre serial radiofónico realizado por Orson Wells.
La estrecha relación entre ciencia ficción y terror u horror, es antigua, tal como ya lo vimos con Frankenstein, y no creo que sea algo que los autores realicen de manera inintencionada. En cualquier caso, en la obra de Wells, al margen de interpretaciones psico-sociológicas de la relación entre el hombre y la tecnología, las que me parecen por completo válidas, queda muy claro de dónde proviene el elemento de horror: de aquello que puede encontrarse entre las estrellas, la posibilidad de un encuentro con ello, y lo que eso significa para nosotros.
Algo de verdad hay en esta idea, como prueba tenemos la Enciclopedia de los Mitos de Cthulhu, de Daniel Harms, en la cual encontramos una entrada dedicada a los marcianos de Wells, con lo que, para este autor, estos seres tienen cabida dentro de los Mitos de Cthulhu y el horror cósmico[3]. Algo con lo que me encuentro conforme.
Todavía recuerdo con mucho agrado la emoción que me transmitió la primera aparición de los trípodes.
Creo no estar exagerando si afirmo que La Guerra de los Mundos supo calar hondo en nuestra cultura, por lo que no es de extrañar el surgimiento de pastiches que buscaron ampliar el universo creado por Wells. Muy seguramente el primero de estos pastiches fuera La conquista de Marte de Edison, de Garrett P. Serviss, una edisonada aparecida en forma de serial en 1898, apenas un año después de que La Guerra de los Mundos hiciera lo propio.
Reseñable resulta también el libro La Guerra de los Mundos de Sherlock Holmes, novela escrita a dos manos por Manly Wafe Wellman y W. Wellman, padre e hijo respectivamente, en la que el detective de Baker Street une fuerzas con el profesor George Edward Challenger, para hacer frente a la amenaza marciana. En 2016 esta obra fue traducida y publicada por la editorial La hermandad del enmascarado.
No podemos dejar fuera el segundo tomo de The league of extraordinary gentleman, de Alan Moore y Kevin O. Neill, donde se nos narra la invasión marciana en tono de mitológico creativo, y que como su antecesor resulta muy, pero muy recomendable. Con una propuesta mucho más humilde, aunque no por ello de menor calidad, tenemos el relato corto Los ojos envidiosos, de Alberto López Aroca, el cual da cierre al segundo numero de la revista Ulthar. En esta historia nos enteramos de un cilindro marciano que se desvió de rumbo, y del extraño destino final de sus tripulantes. Algo que muy seguro nunca vieron venir.
Finalmente, permitiéndome un poco de autopromoción, quiero mencionar mi novela de bolsillo Ocaso escarlata, publicada por la buena gente de Pulpture. Siguiendo la línea de la mitología creativa, en Ocaso narro mi propia versión del conflicto, retomando personajes de otras fantasías victorianas, quienes harán todo lo posible para hacer frente al mayor reto de la época.
Para ir cerrando con este tema, comparto a continuación parte de mi colección de ilustraciones, realizadas por diversos autores y cuyos derechos de las mismas les pertenecen sólo a ellos.
Y para terminar, algunas de las ilustraciones realizadas por Henrique Alvim Corrêa, para la edición belga del libro de 1906, las que podemos encontrar en nuestro idioma en la edición de la editorial Zorro Rojo, muy recomendable.
[1] De acuerdo con Wikipedia, los orígenes de la ciencia ficción podrían remontarse hasta una fecha tan remota como 1634, 184 años antes de que se publicara la novela de Shelley.
[2] No quiero quedarme sin mencionar la escena con el H. M. S. Thunder Child, sencillamente ma-ra-vi-llo-sa, y un ejemplo de lo que hacía referencia en la parte final del primer párrafo de este escrito.
[3] Esto no es un hecho aislado. En la enciclopedia también encontramos como antecedentes de los Mitos personajes y elementos de las obras de Arthur Machen y William Hope Hodgson, quienes, al igual que Wells, son anteriores a Lovecraft y su círculo.
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