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  • Foto del escritorAlejandro Morales Mariaca

¿Literatura Kaiju?

Actualizado: 5 mar 2021


(Publicado originalmente en mi blog personal el 11 de junio de 2014)


Hace algunas semanas, en uno de los grupos de Facebook de los que formo parte, otro miembro lanzó una pregunta acerca de la existencia de literatura Kaiju en español. Ello llamó mi atención, pues desde niño soy un gran admirador del género en su vertiente cinematográfica, básicamente la más visible y trabajada. Pensando en ello, me di a la tarea de investigar y descubrí, aunque ya algo suponía al respecto, que se trata de un tema que no carece de interés. Sin embargo, antes de exponer ante el amable lector mis averiguaciones, vamos a ver de qué se trata esto que se llama género Kaiju.



Kaiju es un vocablo japonés que significa «bestia extraña» o monstruo, más específicamente monstruo gigante, y es una subclasificación del cine de ciencia ficción muy explorado por los nipones. A pesar de lo que podría suponerse, los cineastas japoneses no fueron los primeros en estrenar el género en pantalla, el honor le corresponde nada más ni nada menos que a King Kong, el enorme gorila aficionado a las rubias que fue presentado al mundo en 1933.


Veintiún años después, en 1954, nacería el Kaiju más famoso de todos los tiempos: Godzilla, el titán reptiloide de origen atómico, quien defiende y destruye Japón según lo considere oportuno. Desde que aquel coloso radioactivo se apoderó de la pantalla y nuestra imaginación, ha sido el cine del sol naciente el encargado de mantener vivo el género de monstruos gigantes, con algunas no muy afortunadas excepciones, como el caso de la película Godzilla del año 1998, pero otras bastante memorables, como Pacific Rim en 2013.


Bien que mal, el gusto por ver criaturas de grandes dimensiones destruyendo nuestras ciudades arraigó muy profundo, y de la pantalla esos supermonstruos pasaron a los cómics, figuras de acción, caricaturas, series de televisión e incluso juegos de video. Pero, ¿y la literatura? Antes de responder, me gustaría extenderme todavía un poco más en el tema y darle contestación primero a otra pregunta: ¿por qué nos gusta ese tipo de ficción? ¿Qué hay en esa destrucción salvaje, primitiva y sin sentido que nos atrae tanto?


Desde antiguo, el hombre ha tenido la necesidad de concebir la existencia de seres colosales de apariencia y comportamiento monstruoso. Ya en tiempos del Antiguo Testamento e incluso mucho antes, se aceptaba como una realidad incuestionable que seres gigantescos moraban en la tierra y los océanos de nuestro mundo, entidades como el Leviatán o Behemoth de los hebreos, el dragón Tiamat de los asirios o la serpiente Midgar de los eslavos, la cual era tan grande que podía rodear con su cuerpo toda la Tierra, por no mencionar lo que los griegos aportaron al tema en abundancia.



Algunas de estas creencias iban más lejos y asumían que la humanidad, el planeta o el universo mismo, provenían de los restos materiales de alguno de estos seres colosales.

Estas criaturas mitológicas, llamarlas monstruos no sería apropiado a estas alturas, eran asumidas como fuerzas de la naturaleza o eventos, en lugar de simples animales o bestias con una moralidad definida, es decir, no eran buenas ni malas per se, sólo eran y debían ser. Y cuando eso sucedía, más le valía al hombre no cruzarse en su camino.


Conforme la humanidad se fue extendiendo sobre los continentes, la creencia en entidades terrestres gigantes fue apagándose poco a poco por la ausencia de pruebas que sostuvieran su existencia. Sin embargo, por mucho que se explorasen selvas, desiertos, estepas, etc., todavía el hombre lo desconocía prácticamente todo de los grandes cuerpos de agua del planeta, que como todos sabemos representan su mayor parte.


Quizá por ello las serpientes y monstruos marinos siguieron alimentando nuestra imaginación. Los antiguos mapas de navegación, repletos de extravagantes criaturas, son muestra fehaciente de ello. De entre todos estos gigantes submarinos, ninguno fue tan popular como el Kraken, calamar de inmensas dimensiones que gustaba acechar y devorar navíos, y cuyas reminiscencias podemos encontrar en el durmiente Cthulhu o incluso en el mismísimo Godzilla.


El desencantamiento del mundo continuó conforme la ciencia y la visión mecánico-objetiva de éste se imponían y asumimos como una verdad irrebatible que en nuestro mundo no había espacio para la existencia de semejantes entidades, y que la ballena azul, con sus nada despreciables treinta metros de largo, es el animal más grande jamás concebido alguna vez por la naturaleza.



Todo lo anterior es verdad, pero aun así, eso no quita el hecho de que nos gusta imaginar que tales criaturas moran por ahí, ya sea en los insondables abismos oceánicos, en alguna de las muchas capas que componen la corteza terrestre, invernando dentro de un volcán, a bordo de un meteorito o haciendo lo suyo en alguna otra dimensión.


De regreso en el terreno de la ficción, a los ya mencionados Kong y Godzilla se suman un gran número de personajes. Algunos que me vienen a la memoria son: Gamera y sus enemigos, Rodan, King Gidorah, Anguirus, Battra, Destoroyah, Gigan, Hedorah, Kamacuras, Kamoebas, Manda, Mechagodzilla modelos I y II, Mothra, Orga, King Caesar, Space Godzilla, Kumonga, Bagan, Baragon, Bagorah, Megaguirus, Biollante, prácticamente todos ellos, excepto Gamera y compañía, creados por el estudio cinematográfico Toho para sus múltiples filmes. La lista crece, no necesariamente en orden cronológico, con personajes como: el Kraken de Ray Harryhausen (Furia de Titanes, 1981); The Blob (La Mancha Voraz, 1958 y 1988); la Mujer de 50 pies (Attack of the 50 Foot Woman, 1958); los reptilianos Reptilicus (Reptilicus, 1961) y Rhedosaurus (The Beast From 20,000 Fathoms, 1953); Zarkorr el invasor (Zarkorr! The Invader, 1996); el elusivo monstruo Cloverfield (Cloverfield, 2008); Mytek el Poderoso (International Publishing Company, 1964), un gorila cyborg gigantesco, personaje principal del comic británico del mismo nombre; Rey Kong, otro gorila gigante, éste perteneciente al anime Capitán Centella (Knack Animation, 1972); las hormigas gigantes de la película La humanidad en peligro (Them!, 1954); Mega Shark (Mega Shark vs Giant Octopus, 2009, Mega Shark vs. Crocosaurus, 2010, Mega Shark vs Mecha Shark, 2014, Mega Shark vs. Kolossus, 2015); Zilla, el Godzilla hoy considerado apócrifo de la película de 1998; Stay Puft (Ghostbusters, 1984), último avatar del dios interdimensional: Gozer el Gozeriano; Cthulhu (La llamada de Cthulhu, 1928), Dagón (Dagon, 1919) y similares lovecraftianos; el Gigante de Hierro (Warner Bros, 1999), los M.U.T.O de la nueva adaptación de Godzilla (Legendary Pictures, 2014); el Chico Lard Lard Donuts (Fox, 1995), quien en una especial de noche de brujas de los Simpson cobra vida para destruir la ciudad de Springfield; la mayoría de los Ángeles de Neon Genesis Evangelion (Gainax, 1995); los Kaijus vistos en Pacific Rim (Legendary Pictures, 2013), así como los del mockbuster Atlantic Rim (The Asylum, 2013); la creatura gigante sin nombre vista al final de la película Evolución (Evolution, 2001); los colosos del juego de culto Shadow of the Colossus (Team ICO, 2005); todos los robots, tanto enemigos como aliados, que cruzaron destinos con Mazinger Z (Toei Animation, 1972), y seguramente muchos más que me eluden, esperando a ser descubiertos en cómics, animes, olvidadas películas de serie B y juegos de video.


Sin lugar a dudas una enorme lista. Pero nuevamente vale hacernos la pregunta: ¿y en el terreno de la literatura? Bien, hay que recordar que el género Kaiju es muy visual, su encanto y atractivo está principalmente en ver las dimensiones de la criatura, junto con su comportamiento, en comparación a los humanos y sus construcciones. Transpolar eso a un discurso escrito puede resultar complicado, más no imposible.


Sí, un escritor habilidoso bien puede narrar una escena, o incluso todo un argumento de estilo Kaiju, con suficiente talento como para que nos sea posible imaginar lo que ocurre tan bien como si fuera a través de medios más gráficos. No obstante, eso no implica que sea común o fácil encontrar libros con esa temática, sobre todo traducidos al español o escritos en el idioma.



Me niego a pensar, en especial porque tengo firmes motivos para ello, que el género Kaiju literario sea despreciado o pasado por alto, y en lugar de ello prefiero suponer que es poco explotado por la complejidad inherente que supone, un obstáculo que como ya hemos visto no resulta insalvable; o por simple desconocimiento del gran potencial que una narrativa de éste estilo tiene por ofrecer.


La lista que comparto a continuación es bastante escasa, pero no deja de ser un comienzo. Además, no hay que descartar que en los próximos años (o quizás meses) se vea nutrida con nuevas obras.

  • Sherlock Holmes y los zombis, de Camford, de Alberto López Aroca. No es una obra kaiju como tal, pero hay cierto personaje que la hace aparecer en esta lista. (Se puede adquirir en diversas librerías).

  • Charlie Marlow y la rata gigante de Sumatra, también de Alberto López Aroca. De nueva cuenta no se trata de una obra netamente kaiju, aun así en ella tiene aparición estelar uno de los monstruos gigantes más famosos. (Se puede adquirir en: http://albertolopezaroca.blogspot.mx/2013/02/charlie-marlow-y-la-rata-gigante-de.html).

  • Corazón de Piedra: Hecatombe, de Francisco José Palacios Gómez. Ahora sí que nos encontramos ante una obra kaiju de pleno derecho, muy probablemente la primera, y tal vez única hasta el momento, hecha por un autor cuyo idioma nativo sea el español, y cuya trama gira alrededor de una invasión alienígena. (Se puede adquirir en: https://www.amazon.es/Coloso-Robot-Combate-Primera-Parte-ebook/dp/B00DNGSY06/278-7030803-9143838?ie=UTF8&*Version*=1&*entries*=0).

  • Hemos dejado que los monstruos gobiernen al mundo. Relato corto incluido en el libro Los espectros conjurados, de Alberto López Aroca. (Se puede adquirir en el ya mencionado blog del autor).

  • La isla de la muerte, de Raúl Montesdeoca. Un texto gratuito en el que un par de sus personajes más aventureros visitan una isla en la que moran algunos kaijus. Mezcla de pulp y steampunk. (Se puede adquirir en: http://www.dloreanediciones.com/gratis/).

  • Cine de monstruos gigantes. 1954/1974, de Gabriel Benítez. Un ebook en el que hace un analítico repaso de la época dorada del cine de monstruos gigantes. (se puede adquirir en: https://www.amazon.es/CINE-MONSTRUOS-GIGANTES-1954-1974-ebook/dp/B00KXIVHBA).


Como podrán notar, no he hecho mención de las obras lovecraftianas o pertenecientes a los Mitos de Cthulhu en las que hagan aparición seres gigantescos, tales como El rastro de Cthulhu, de August Derleth o Los que acechan en el abismo, de Brian Lumley. Esto se debe a que me resulta preferible dejar que sea cada quien el que determine si Cthulhu y compañía pueden ser considerados literatura Kaiju o no. Por mi parte, dejo de lado ese debate.



Aun con eso, es bastante probable que existan otras obras de monstruos gigantes de las que no tenga conocimiento, pero aunque esto no sea así, sé de algunas que se están cocinando en estos momentos y que es probable pronto vean la luz.


Quién lo sabe, tal vez estemos a nada del nacimiento de un nuevo género, que en realidad siempre ha estado allí, pero que no es sino hasta ahora que comienza a incursionar en el mundo de las letras.


Y así fue… o casi.


A dos años de haber escrito originalmente este artículo, la literatura Kaiju no tuvo el alzamiento que me hubiera gustado entonces. Aun así, he asistido con entusiasmo al nacimiento de nuevas obras que demuestran que el interés por este tipo de literatura, tanto de lectores como autores, se encuentra allí, esperando a que más editoriales les brinden una oportunidad. Las obras en cuestión son: Sueños de acero fundido (Palabras de Agua, 2015), una antología novelizada en la que mechas y seres gigantescos se enfrentan cuerpo a cuerpo para decidir el futuro de la humanidad en un futuro postapocalíptico. Si bien pareciera a primera vista que esta obra es un mero pastiche de Pacific Rim o Evangelion, tiene la suficiente personalidad propia como para capturar la imaginación del lector que se adentra en sus páginas y que, a su manera, es una reinterpretación de los Mitos de Cthulhu.


Las otras dos obras de temática Kaiju que han visto la luz en este tiempo son LUCHA DE GIGANTES. Godzilla, Gamera, Mothra y otros monstruos enormes de Japón, de Juan Luis Sánchez y Luis Miguel Carmona, editado por Diábolo Ediciones, libro de cine en el que se da un repaso muy bien documentado del cine japonés de monstruos y que se presenta como indispensable para los amantes del género, lo que, considerando la escasez del libros al respecto, bien puede ser verdad.


Kaijû! Cuaderno de campo es un libro de Eduard Terrades y Carles Gañarul que fue financiado en Verkami, superando con creces su meta. Es similar al anterior en lo que a temática se refiere, pero se distancia de este en su formato, que recuerda a un cuaderno de campo, y en que se centra más en los monstruos que en sus cintas. El libro tiene un diseño muy atractivo y se publicará en los próximos meses, tanto en español como catalán, contando con la distribución de Tyrannosaurus Books.


Tres obras en dos años no parecen demasiado, y en efecto no lo son, sin embargo, me mantengo firme en mi optimismo respecto al futuro y sé que más temprano que tarde, el género literario Kaiju dará mucho de qué hablar.


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