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  • Foto del escritorAlejandro Morales Mariaca

Lo que se oculta bajo la túnica amarilla del rey

QUINTA PARTE


DEL COLOR ERRANTE AL CAOS REPTANTE. UN PROBLEMA

DE IDENTIDAD

Quienes conozcan la historia La búsqueda en sueños de la oculta Kadath, recordarán el prehistórico monasterio de piedra que se alza en la versión onírica de la Meseta de Leng, hogar de una terrible entidad conocida como el «Indescriptible Gran Sacerdote», quien oculta sus facciones detrás de una máscara de seda amarilla, y que se asume es uno de los innumerables avatares de Nyarlathotep. Por las descripciones que Lovecraft hace de este ser, si se tienen los antecedentes adecuados, uno parece percibir ciertas similitudes entre el Gran Sacerdote y el Rey de Amarillo, como el color y la máscara, sin mencionar el aura siniestra que rodea a ambos, tanto así que no resultaría extraño suponer que se tratara de la misma criatura.



Si aceptamos como válido lo anterior, en ese caso el morador de Carcosa sería un avatar del Caos Reptante, no del innombrable Hastur, como hasta ahora suponíamos. No obstante, si se consulta la entrada del Indescriptible Gran Sacerdote en la Enciclopedia de los Mitos de Cthulhu, de Daniel Harms, una nota del traductor nos indica que Lovecraft creó a este ente antes de leer la obra de Chambers, aunque no proporciona más datos. El autor de la enciclopedia no dice nada al respecto ni en un sentido ni en otro.


Como ya he mencionado antes, El Rey de Amarillo se publicó en el año de 1895. En noviembre de 1925 Lovecraft recibió el encargo de escribir su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, el cual comenzó en ese mismo año y terminó en un momento de agosto de 1927[1]. Más aun, de acuerdo con las fuentes consultadas, durante la segunda mitad de 1926 ya había concluido el capítulo VIII, en el que menciona a Robert Chambers y su Rey de Amarillo. La búsqueda en sueños de la oculta Kadath, donde se hace mención del Indescriptible Gran Sacerdote, se escribió durante ese mismo periodo (26-27). Si las fechas son correctas, el margen de tiempo entre los acontecimientos es demasiado breve como para poder afirmar o negar algo sin atisbo de duda. A no ser que la creación del Indescriptible Gran Sacerdote fuera anterior a la redacción de La búsqueda en sueños de la oculta Kadath, en cuyo caso la anotación en la Enciclopedia estaría fuera de toda duda. Y, en efecto, este es el caso.


En 1920 Lovecraft escribió su relato Celephaïs, perteneciente a su «Ciclo Onírico». En esta historia se nos relatan las andanzas de Kuranes por los territorios de las Tierras del Sueño, en las que prospera hasta convertirse en amo y señor de su propia ciudad onírica. Se nos dice también que durante sus aventuras llegó a cruzarse y salir ileso de un encuentro con cierta entidad a la que se llama Indescriptible Gran Sacerdote, o la Cosa de la Máscara Amarilla, como también se le denomina en el poemario Hongos de Yuggoth y otros poemas fantásticos[2], y en la ya citada Enciclopedia. Por lo que sí, fuera de cualquier tipo de sospecha, Lovecraft creó su entidad amarillenta años antes de abordar la obra de Chambers para su ensayo. Ahora, si este ente es o no un avatar de Nyarlathotep, es un asunto completamente distinto.


Independientemente de lo anterior, se ha propuesto otra posible relación entre Nyarlathotep y el Rey de Amarillo. En la introducción de La Saga de Hastur, Rober M. Price, citando a William Fulwiler[3], afirma que quien charlaba con Wilmarth en la obscuridad no era ningún otro que Nyarlathotep, quien, entre otras tretas, ocultaba la cabeza decapitada de Akeley debajo de un pañuelo o capucha color amarillo (guiño, guiño).


No estoy de acuerdo con ello.



El primer problema que tengo con esa teoría, es que a Nyarlathotep sólo se le menciona pocas veces durante el relato, y eso de manera bastante superficial. Y nada en la trama sugiere que tenga un rol activo en la misma. Los Hongos de Yuggoth, o «Exteriores», como se les llama aquí, no parecen considerar al «Caos Reptante» demasiado, dedicando sus liturgias religiosas principalmente a Shub-Niggurath, tal como leemos en la transcripción del cilindro de cera grabado por Akeley.


Es cierto que en ese mismo apartado se dice que «Nyarlathotep tomará apariencia de hombre, utilizando una máscara cerúlea y ropa que oculta su aspecto[4]», y puede que de allí surja la confusión de Fulwiler y Price, quienes parecen obviar detalles descritos en la escena de la conversación, detalles como que el rostro de Akeley está a plena vista en todo momento, llenado de horror y aprensión en al menos un par de ocasiones al pobre Wilmarth o que aquello que conversó con él no tomó la apariencia de un hombre, sino que utilizó partes de uno para montar la charada.


El segundo punto que me impide dar por válida la afirmación de Price es la voz del anfitrión, la cual se describe al menos como anormal y perturbadora. A lo largo del relato se nos dice que los Exteriores, que se comunican entre sí recurriendo a la telepatía, son capaces de emplear los lenguajes de los hombres sometiéndose a intervenciones quirúrgicas, una ciencia que han dominado con maestría. Pero aunque son capaces de emplear lenguaje hablado, sus voces resultan perturbadores y extrañas, pues a fin de cuentas brotan de hongos alienígenas. Justo al terminar la conversación, cuando Wilmarth sube las escaleras para dirigirse a su habitación, cae en la cuenta de que los susurros a los que recurre Akeley para comunicarse le resultan horriblemente familiares, lo que no puede ser de otra manera, ¡pues había escuchado unos similares en el cilindro Édison!



Y qué hay de los extraños vendajes que ocultaban los pies del anfitrión, ¿en verdad formaban parte de su atuendo de enfermo o intentaban ocultar unos apéndices alienígenas con forma de pinza de cangrejo? Más aun, se hace de nuestro conocimiento también que los Exteriores tienen la facultad de extirpar cerebros y mantenerlos con vida. De ahí a imaginar una marioneta de carne hecha con las partes desechadas de Akeley no requiere de mucho esfuerzo.


Finalmente, y esto me parece que es la prueba de mayor peso, el discurso que Akeley da en su primer encuentro cara a cara con Wilmarth, se compone principalmente de alabanzas hacia los Mi-Go[5], ensalzando sus logros tecnológicos y proezas anatómicas. Otro tanto podemos decir de sus palabras dedicadas a Yuggoth, las cuales lo representan como una especie de paraíso cósmico. Si en verdad fue Nyarlathotep y no un Hongo de Yuggoth con aspiraciones de titiritero quien conversó con el académico aquella noche, ¿por qué tener una conversación con esas características?, ¿qué propósito podría subyacer bajo la idea de vender una imagen positiva de los Mi-Go y su hogar transitorio? Simplemente no resulta lógico.


Y aquello de relacionar al presunto Nyarlathotep con el Rey de Amarillo por la mera aparición del paño amarillo, efímera por decir lo menos, no se sostiene con nada.



Aunque El que susurra en la obscuridad fue escrito en 1930, cuando sin lugar a dudas Lovecraft ya había leído El Rey de Amarillo, no hay indicios de que pretendiera que los harapos de éste ondearan por sus páginas. Sí que menciona Hastur y el Signo Amarillo como elementos atmosféricos, que sólo funcionan de manera efectiva si se conoce a Chambers, pero la historia en definitiva va por otro derrotero.


Ya bastante complejo resulta el trayecto que va de Ambrose Bierce hasta August Derleth para establecer al Rey de Amarillo como un avatar de Hastur, siendo así un elemento más que componen los caóticos Mitos de Cthulhu, como para buscar otras posibles relaciones sin contar con los fundamentos adecuados para ello. Además, Nyarlathotep ya tiene demasiadas caras como para tener que apropiarse otra de un miembro de su gremio.

[1] Todo esto de acuerdo con datos proporcionados en el estudio introductorio de la edición del ensayo publicada por la editorial Valdemar.

[2] El faro del anciano, escrito, como la mayor parte de los poemas, entre 1929 y 1930.

[3] Aparentemente un estudioso de la obra de Lovecraft. La naturaleza de su trabajo puede consultarse en: http://www.hplovecraft.com/study/periodicals/search.aspx?periodicalid=188&personid=19

[4] Parafraseo lo expuesto en el relato.

[5] No olvidemos la última carta mecanografiada enviada a Wilmarth, en la que un irreconocible y locuaz Akeley afirma sin reparos que la variedad de Exteriores que habita en la zona es la mejor de todas las existentes.

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