Bien, como ya sabrán hoy se celebra un aniversario más del fallecimiento de Bram Stoker y por supuesto, algo tengo que mencionar al respecto. Para distraídos y nuevos adeptos a la literatura, es pertinente aclarar que al señor Stoker le debemos uno de los personajes icónicos de la literatura (y el cine, por supuesto) de horror, ni más ni menos que Drácula, conde de la nación de Transilvania y el vampiro por antonomasia.
Todos tendrán nociones del personaje a través del cine, la televisión o los juegos de video, algunos sabrán que está basado en una persona real (Vlad Tepes, «Dracul»); pero pocos habrán leído el libro, lo que es una verdadera lástima, puesto que es uno de los grandes de la literatura universal y está disponible en diversas ediciones y al alcance de todos los bolsillos. Mención especial me merece la versión de editorial Valdemar, sumamente bien cuidada y con material adicional del que carecen otras ediciones, algo cara, pero sin duda imperdible para todo aficionado al género. Por no mencionar el Drácula Anotado de editorial Akal, que ya se encuentra en otro nivel.
Drácula no es la primera obra literaria sobre vampirismo, pero sin duda es la que más ha impactado en el imaginario colectivo con su estilo epistolar y personajes que han sabido ganarse la inmortalidad. Y a pesar de que en últimas fechas la figura del vampiro ha sido un tanto vilipendiada (vampiros brillando al sol y demás despliegues que no valen la pena mencionar), el no muerto hematófago sigue siendo hoy por hoy una de las más poderosas figuras literarias de horror.
En fin, Stoker ya sabrá de primera mano por qué es que los muertos viajan deprisa.
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