Entre finales del siglo XIX y principios del XX, surgió en Inglaterra y Estados Unidos un subgénero literario que actualmente englobamos dentro de la Ciencia Ficción Especulativa y el horror, denominado Weird Fiction (ficción extraña o retorcida).
El mero nombre ya nos dice mucho sobre la temática del mismo, no obstante, su tiempo y lugar de origen nos dicen mucho más al respecto.
En ese peculiar periodo, en el que la revolución industrial ya se había encargado de modificar prácticamente todo rasgo de la existencia humana, tanto Estados Unidos de Norteamérica como el Imperio Británico, se habían consolidado como dos de las más poderosas e importantes entidades económicas y comerciales del mundo.
Parecía, y disculpen el chiste fácil, que todo el mundo podía tener un lugar en el tren del progreso, sin embargo, esto no era necesariamente así. A pesar de que la ciencia y la industrialización se habían impuesto como el nuevo e indiscutible modo de vida, no todos veían con tan buenos ojos ni de manera tan optimista el culto exagerado a la razón y las bondades del capital industrial.
Hubo rechazo, hubo sospecha. Parte de esa critica la podemos encontrar en algunas de las primeras historias weird fiction, donde se muestra el lado obscuro de la ciencia (la figura del mad doctor cobra gran relevancia en este periodo) y el progreso (algo por otra parte no tan nuevo, pues ya Mary W. Shelley había dicho algo al respecto en su Frankenstein), y sobre todo, se especula respecto a que la naturaleza, sus leyes y el lugar que el hombre tiene en ellas, no es lo que se asume, sino tan sólo una delgada cortina.
Parafraseando a Lovecraft, el pensamiento del hombre moderno no es más que una feliz ignorancia respecto a horrores primigenios.
(...)no todos veían con tan buenos ojos ni de manera tan optimista el culto exagerado a la razón y las bondades del capital industrial.
Por supuesto, no todo es terror en la weird fiction, pues en ella también cabe la fantasía (del tipo espada y brujería), algunas variaciones de género negro, erotismo, western, space opera y un largo etcétera, lo que demuestra el dinamismo y riqueza que la ficción extraña tuvo durante sus primeras décadas de vida.
Hablando de autores weird (y quizá nunca antes mejor dicho), me parece que el más representativo de todos ellos sería Howard Phillips Lovecraft, uno de los máximos exponentes del horror cósmico y fundador de los Mitos de Cthulhu, corriente literaria que aún hoy en día sigue creciendo y prosperando.
Y aunque Lovecraft no fue de los iniciadores (Blackwood y Machen serían pioneros), sí fue de los primeros en llamar weird fiction a sus relatos; lo que no es de sorprender, pues varios de ellos vieron la luz en la mítica revista Weird Tales, todo un referente en el género por cuyas páginas pasaron autores como Robert E. Howard (creador de Conan el Bárbaro), Robert Bloch (autor de Psicosis) y Clark Ashton Smith, por solo mencionar algunos.
Sin lugar a dudas Weird Tales y otras publicaciones pulp ayudaron a popularizar la weird fiction, acercándola al público gracias a su formato y precio accesible.
De hecho, hoy en día sería imposible concebir a la ficción extraña sin las revistas pulp, las cuales desde un principio se ganaron su lugar, diferenciándose de las revistas de comics por sus temas más escabrosos y centrados en un público más adulto.
Y aunque literariamente fueron muy criticadas (basta leer algunas de las críticas a algunas de las obras de Lovecraft), fueron muy bien recibidas por el lector no especializado, tanto así que muchos de sus ejemplares son considerados hoy en día artículos de culto, gracias a su contenido e ilustraciones (también bastante revolucionarias y atrevidas para la época), y al hecho de que no muchas han sobrevivido o envejecido bien, debido a la pobre calidad de sus materiales, básicamente derivados de pulpa de madera.
(...)se especula respecto a que la naturaleza, sus leyes y el lugar que el hombre tiene en ellas, no es lo que se asume, sino tan sólo una delgada cortina.
Regresando al tema de la weird fiction, hay que señalar que también es denominada «literatura pulp», precisamente por las revistas que popularizaron el género, catapultándolo a la fama. Y aunque fuentes como Wikipedia hacen énfasis en que el pulp no es un género como tal, en España vaya que sí es considerado de esa manera y goza de muy buena salud, progresando gracias a escritores, editoriales (como la salamantina Dlorean, especializada en el género pulp) y lectores entusiastas.
En México y otros países de Latinoamérica la weird fiction o literatura pulp es popular (desgraciadamente no tanto como otros géneros), y cuenta con escritores que, aunque talentosos, no siempre tienen los espacios y apoyos necesarios para darse a conocer.
Situación que poco a poco, por fortuna, parece irse atenuando gracias a la pasión y esfuerzo de los mismos escritores, apoyados por editoriales independientes y colectivos culturales.
Y es que la weird fiction parece tener la mala costumbre de no querer morir, pues la realidad es más extraña que la ficción.
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